"Dime, amigo, ¿cuándo abandonó Saruman 'El sabio', la razón, por la locura?"
¿En que momento, las personas empezaron a opinar con total y absoluta certeza, desde la más absoluta ignorancia? ¿Qué fue exactamente lo que sucedió, que envalentonó a la personas a opinar de cosas que no tienen ni la menor idea? ¿En que momento abandonaron la razón, para abrazar el odio desmedido y criticar en masa cosas sin sentido? ¿Con que propiedad, una persona tiene el "valor" de criticar con propiedad, algo que ni siquiera han jugado o probado? Pero ante todo, ¿por qué se sienten orgullosos de ello?
Desde polémicas sin sentido como las críticas a The Witcher 4, tildándolo de woke y progre por hacer protagonista del nuevo juego, a la verdadera protagonista de toda la saga y universo literario de The Witcher, solicitando sea cancelado; pasando por acusar a Resident Evil3 Remake de hacer a Jill Valentine "políticamente correcta" porque no andaba en tacones mini-falda y escote mientras era perseguida por Némesis, y boicotear su lanzamiento; difamar a Ghost of Tsushima durante su etapa de desarrollo por "apropiación cultural", para luego terminar amándolo; decir que Horizon Forbidden West o Tomb Raider (2013) eran demasiado "feministas" porque la protagonista no andaba en pelotas y eran personajes fuertes y bien construidos; hasta toda la campaña de desprestigio que ha sufrido Assassin's Creed Shadows por incluir a un personaje africano que sí existió, como protagonista de una ficción histórica, en una saga que lleva más de 17 años reescribiendo personajes y momentos histórico, sin que a nadie le moleste, excepto ahora porque es negro.
Y es que leyendo los comentarios de hate desmedido de personas que ni siquiera han jugado Assassin's Creed Shadows, pero lo critican con la propiedad del que lo ha completado al 100%, llamando a cualquiera que le haya gustado "un medio vendido" o que recibieron "maletines de dinero", sólo confirma que nuestra abuela tenía razón cuando decía que la ignorancia es atrevida.
Y esta bien, digamos que bajo la bendita excusa de "libertad" de expresión, pueden decir que el juego no les agrada por tener un protagonista de color. Eso es bastante racista, pero cuenta como derecho al berreo de una generación hecha de cristal que llora por todo en redes sociales. También pueden decir, que no les gusta el juego, a pesar de no haberlo tocado nunca en sus vidas; eso es opinar desde la más absoluta y vulgar ignorancia, pero nunca criticaremos a la gente en su lucha inconmensurable a quedar como idiotas que sólo repiten lo que escucharon por un twittero sin educación.
Incluso pueden decir que no les gusta y punto, porque no es su tipo de juego, porque creen que se ve muy feo, o poner la excusa infumable que quieran. Nadie puede evitarles pasar por la pena de evidenciar en público que son del grupo de personas ignorantes que critican cosas que nunca han jugado. Es su derecho. De corazón, nunca limitaremos a nadie, a quedar como un absoluto/a ignorante sin criterio propio o sentido común, por el simple hecho subirse a la ola del hate desmedido y criticar algo que no han jugado.
Pero la libertad de expresión, aunque fundamental, no es un pase libre para difamar, calumniar o destruir reputaciones sin razón alguna. Claro, cada quien tiene derecho a compartir su opinión, pero ¿hasta qué punto nuestras palabras deberían tener consecuencias? Porque cuando se lanza una acusación infundada sobre algo tan serio, como decir que un medio recibe sobornos de empresas para hacer ver bien sus juegos en los reviews -sin pruebas reales que se sostengan en un Tribunal de Justicia-, no estamos ejerciendo una opinión legítima, sino cruzando una línea peligrosa hacia la difamación al acusar, de nuevo sin pruebas, de que este medio es corrupto y acepta sobornos.
Entonces, ya no se trata solo de criticar un juego, una película o cualquier otro medio; se trata de destruir la reputación de personas y empresas que irán hasta las últimas consecuencias legales, para defender su integridad y honor. Y spoiler alert, la ley siempre les da la razón. Siempre. Todo el tiempo. En cada caso, sin excepciones, porque las pruebas de la difamación, se publicaron sin medirlo en redes sociales. Y el internet, siempre tiene memoria. Y ahí es donde entra la responsabilidad, porque nadie está exento de las consecuencias legales de sus palabras.
¿De verdad queremos arriesgarnos a ser arrastrados a un tribunal y pagar multas de más de 100 mil dólares, por calumnias e injurias para criticar en redes sociales un juego que nunca han probado? ¿Sólo por sumarse al tren del odio desmedido y sin sentido? ¿Es realmente un movimiento inteligente lanzar críticas sin fundamento que se conviertan en una carga legal que jamás podremos pagar?
Al final, la libertad de expresión es un derecho, pero la irresponsabilidad no debe confundirse con ella; y es que todos son risas, memes y bromas, hasta que les llega una notificación judicial por difamación, injurias y calumnias; y entonces las risas, se convierten en lloros, suplicas y solicitudes de clemencia, para que los departamentos legales tengan misericordia y concilien una reducción de la pena económica y no perder todo, porque simplemente no pueden ponerle el pecho, a las consecuencias de sus acciones.
Por todo lo anterior, es que hoy hacemos un llamado a la razón y abrazar de vuelta la cordura, porque creemos en nuestra comunidad, como personas con inteligencia emocional que saben diferenciar una crítica y un meme, de una calumnia o una injuria. Y sí, pueden opinar que algo no les gusta algo, claro está. Pero la próxima vez que decidan sumarse a la ola del odio fácil y lanzar difamaciones, injurias y calumnias, recuerden que el derecho a opinar no es un escudo para difamar sin consecuencias; es una línea fina entre ser parte de un diálogo constructivo y quedar atrapados en la vorágine de la ignorancia y la difamación. Y, cuando se cruzan ciertos límites, lo que parecía una simple opinión puede convertirse en un delito, con consecuencias que no desaparecerán tan fácilmente, al menos, no judicialmente.
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