Por Eimy Jiménez | ejimenez@revistalevelup.com.
Angela
Kang se puso los pantalones y se los amarró bien cuando tomó las riendas de la
novena temporada de The Walking Dead. Para la muestra un botón y es que esta
temporada tomó un rumbo bastante diferente al que nos tenía acostumbrados en
previos episodios al mando de Scott Gimple quien por suerte fue retirado a
pesar de que ya había tumbado las esperanzas de muchos seguidores y le abrió
las puertas a gran cantidad de fans para salir sin desear volver.
Afortunadamente,
este segundo episodio inició aún con más fuerza que el anterior y desde el
inicio, a pesar de que ya habían pasado 35 días desde el episodio previo, la
historia logró amoldarse correctamente al tiempo transcurrido donde podemos ver
un campamento ya establecido con la suficiente cantidad de personas de parte de
las comunidades hermanas comandadas principalmente por Rick Grimes (Andrew
Lincoln) trabajando en el puente que había sido destruido por la naturaleza.
Es
importante destacar un interesante cambio de este episodio y es que, por lo
general, antes se le daba enfoque solo a ciertos personajes cuyos diálogos eran
más extensos y más importantes para la historia que los demás que quedaban en
el fondo de las escenas. Esta vez, gran cantidad de personajes entre
principales, secundarios y los de un rol más pequeño tuvieron la oportunidad de
brillar y contar con buenas escenas desarrolladas de la mejor manera para que
el televidente comprendiera las nuevas acciones y formas de pensar que los
miembros de las comunidades estaban forjando debido a la unión de las mismas.
Sin
embargo, no todo es color de rosa y los problemas no se hicieron esperar. En el
pasado había una guerra llevada con el liderazgo de Rick y Negan (Jeffrey Dean
Morgan) quien este último, ahora en la cárcel, hizo que Rick estuviera a cargo
de todo y cuya idea principal para seguir adelante y construir un mejor futuro,
era que todos trabajaran unidos, pero, no vamos a tapar el sol con un dedo, es
imposible que una comunidad trabaje junto a otra que en el pasado fue enemiga y
que, para terminarla de hacer, también formó parte de la muerte de familiares y
amigos.
La
lucha comienza cuando Justin (Zach McGowan), un salvador, golpea a Henry (Macsen Lintz), quien
no quiso darle más del agua que le tocaba, y este, aplicando las técnicas
enseñadas por Morgan, lo hace caer. Daryl (Norman Reedus) se mete y terminan
dándose a golpes. Rick no la tiene nada fácil en este episodio porque le toca
decidir qué destino tomar y prácticamente nadie, en especial Daryl, está
contento con las decisiones. La gota que derrama el vaso es cuando, por culpa
de Justin, una horda no es alejada como debería y durante el ataque, Aaron
(Ross Marquand) termina pagando los platos rotos y su brazo es totalmente
aplastado.
Es
aquí donde hago referencia de nuevo al cambio que se le ha dado a ciertos
personajes y es cuando Enid (Katelyn Nacon) toma un papel más protagónico y sin
titubear, al ver a un sumamente herido Aaron, toma su libro de operaciones y con
tal de salvarle la vida a su amigo, no lo piensa dos veces, y con la dolorosa
aprobación del mismo y la ayuda de Daryl, Enid acaba amputando su brazo.
Desgraciadamente por la mala coordinación, la presión de Rick a las reglas y a
los procesos y la poca comunicación que se dio en el momento, Aaron le tocó
sacrificarse para que Rick pudiera abrir los ojos y terminara echando a Justin
de la sociedad de comunidades.
Por
otra parte, en Hilltop, nos damos cuenta de que la carga de combustible que los
salvadores debían entregar para que Maggie les diera comida, nunca llegó y
Michonne comienza a sospechar, no solamente por esto si no por las acciones que
Maggie ha realizado y su dureza a la hora de tomar decisiones donde incluso presiente
que ni el mismo Jesús (Tom Payne) está de acuerdo. Sin duda alguna la forma de
ser de Maggie es debido a las consecuencias de todas las pérdidas que ha tenido
en su vida después del apocalipsis y para rematar, el solo hecho de estar
ayudando a quienes un día ocasionaron la muerte de su marido, hace que su
indiferencia crezca cada día más.
Algo
que le dio mucha frescura al episodio y salió totalmente de manera inesperada,
es que el Padre Gabriel (Seth Gilliam) y Anne (Polyanna Macintosh) comenzaron
un inusual romance, donde el morbo fue el cautivador de la escena. Además de
esto, después de los momentos felices y para aumentar la incertidumbre de la
situación, Anne es vista tomando vigilancia y durante su trabajo, observa un helicóptero
en el cielo oscuro. ¿Les hace recordar antiguas temporadas?
Lo
que más atrajo la atención de este episodio es… ¿cuál verdaderamente es la meta
de Rick? ¿Qué lo inspira? ¿Un remordimiento? Negan es el que recibe la charla
de Rick, quien le cuenta todo lo que se ha hecho últimamente y como no ha hecho
falta guerra para poder lograrlo. Rick presume de sus habilidades y las de su equipo
y recalca la idea de que su enemigo se pudra en la cárcel mientras todo avanza.
¿Realmente lo hace por un mejor futuro o solamente para preparar el mundo para
Negan?
En
mi opinión, el episodio tuvo sus altibajos, pero logró reponerse casi de
inmediato a un par de escenas flojas en su historia. La incertidumbre, los
nuevos romances peligrosos, los liderazgos resquebrajados, la presión del
pueblo que demanda a su líder por decisiones inmediatas y la mezcla de
emociones de los personajes ante lo que se enfrentan cada día hizo que este
episodio fuera bastante entretenido y deja con las ganas de saber para qué se
ha preparado todo este terreno y las consecuencias que se vendrán en un futuro
muy muy cercano.
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